Y después de
tres semanas intensas devorando las dos últimas novelas he llegado al final de
la trilogía Versos, canciones y trocitos
de carne de César Pérez Gellida. Ya expresé mi satisfacción hace unos meses
después de haber leído Memento mori,
satisfacción que creció con Dies irae y
que ha crecido aún más con esta última parte. Es el final de la mejor trilogía
de novela negra que llevo leídas.
Esta novela
se editó en 2014, esta edición es de 2016 Debolsillo y edita Penguin Random
House Grupo Editorial, S.A.U.
Consummatum est comienza diciéndonos qué
día acaba esta historia. Es la recta final de una cacería que ha durado
demasiado tiempo. La trama nos sitúa apenas unas semanas después del trepidante
final de Dies irae, en una pequeña
población de Islandia han aparecido asesinados los miembros de una misma
familia, el asesino protagoniza una inteligente huida ante el asombro de las
autoridades que habían organizado un fuerte dispositivo para atraparlo. El
comisario Ólafur Olafsson tiene entonces conocimiento de la existencia de
Augusto Ledesma. Por otro lado el inspector Ramiro Sancho junto a Gracia Galo
acepta formar parte de un grupo organizado por un destacado miembro de la
Interpol, Robert J. Michelson que
incluirá Olafsson y Erika Lopategui. El objetivo es simple: detener a Augusto
cómo sea.
Y mientras
tanto Augusto Ledesma va perfeccionando su estilo mientras recorre Europa
asesinando y dejando sus nuevos poemas junto a los cuerpos de sus víctimas. Sus
métodos le permiten desaparecer y pasar desapercibido. Son años de
entrenamiento que han culminado en un asesino metódico con un objetivo aparte y
es acabar con sus enemigos al tiempo que perpetua su obra.
Mira que es
difícil reseñar sin destripes pero yo lo intento. Si el lector ha leído las primeras
novelas entonces no hay ningún problema porque sabe por dónde van los tiros
pero si te has encontrado esta reseña y no la conoces mejor no sigas leyendo.
Después de
la Revelación con mayúscula de Dies irae,
se entienden muchas cosas y por eso podemos comprender la urgencia de
Augusto para terminar con su plan, grabarse en la memoria colectiva por su
enorme talento. Si algo me ha gustado de toda la trilogía es lo bien montado
que está este personaje Pérez Gellida se merece los laureles del éxito. Y es
que todos los personajes están bien construidos, con sus odios y anhelos, nos
encontramos con personajes con auténticas motivaciones personales que nos hacen
la lectura más atractiva. Doy un diez a Erika Lopategui y Olafsson, la primera
por la evolución que ha tenido y el segundo, aunque sólo aparece en esta trama,
por su tenacidad porque mira que ha caído veces. Ramiro Sancho se ha visto
superado por la desesperación y es que aparte de todo el tiempo que lleva
persiguiendo a Augusto se juntan otros factores como el sistema judicial, sin
pruebas no puedes acusar a nadie de asesinato y si encima este asesino se las
sabe todas…
Hay algunos
aspectos que creo que han sobrado pero no es plan de reventar la trama. Eso
para otro día que tenga ganas de hacer una reseña con destripamientos y vuelva a poner
una foto de River Song para avisar. Pero en conjunto ha sido una trama muy
buena, con una buena dosis de investigación que es una de las cosas que más se
agradecen en los escritores. Como no podía ser de otra manera de nuevo tenemos
canciones de Bunbury, Rammstein, Depeche Mode… algunos como Héroes del Silencio
los conocía pero otros como ha sido el caso de Rammstein son nuevos para mí.
Definitivamente a partir de ahora será muy distinto escuchar Spieluhr.
Al final del
libro junto con los agradecimientos, la banda sonora y la nota del autor se
incluyen todos los poemas que Augusto ha ido dedicando a sus víctimas desde el
principio, la obra literaria de un asesino.
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